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La aparición de Acento, Acción Local como un nuevo actor en la filantropía de justicia social en México es motivo de gran celebración.

Acento aspira a mejorar las condiciones locales en México. Responde a las necesidades reales de quienes hacen suyo el trabajo de defensa y promoción de los derechos humanos en un complejo contexto nacional, afectado por pobreza, inequidades, impunidad, violencia y violaciones a derechos humanos. Con la ambición de enfrentar estos de por sí formidables retos, a Acento le tocó nacer en medio de la incertidumbre que trajo consigo el Covid-19. Han pasado casi cinco meses desde la llegada del virus a México y tenemos necesidad de buenas noticias.

Y, buenas noticias, Acento trae muchas. Para empezar, su ambiciosa misión: fortalecer la justicia social y los derechos humanos en el ámbito local. Para ello, Acento operará con una definición amplia de quién es elegible para recibir el financiamiento y la orientación técnica que ofrecerá. Incluirá los colectivos no institucionalizados y movimientos ad hoc que trabajan desde una visión de cambio sistémico. Mientras que la sociedad civil se organiza de innumerables maneras –no solamente en asociaciones civiles, instituciones de asistencia privada o donatarias autorizadas–, la filantropía aún no se ha adaptado para responder a esta gran diversidad de expresiones. Acento buscará la manera de hacerlo.

Como parte de un movimiento global que reúne a organizaciones y donantes en una misión compartida, Acento adoptará un modelo de filantropía basada en la confianza (trust-based philanthropy). Buscará mayor diversidad, equidad e inclusión en el acceso a recursos. Proveerá no solamente financiamiento, sino otras aportaciones, como orientación técnica en el ámbito legal y en el contable, en la creación de redes profesionales y en la incidencia política, para aquellos que lo necesiten. Sus programas serán diseñados en conjunto con organizaciones, colectivos, redes y activistas locales. Junto con su consejo consultivo, compuesto por personas que representan distintos intereses locales y áreas temáticas, Acento facilitará que tanto grupos pequeños como medianos presenten sus propuestas. La escucha activa y la inclusión de sus copartes desde el diseño permitirán al equipo de Acento desarrollar procesos que requieren menos inversión de tiempo para presentar proyectos, utilizando, por ejemplo, videos, mensajes de correo electrónico y WhatsApp, o llamadas telefónicas.

De esta forma, Acento busca responder a las necesidades actuales en el ámbito local. Esta realidad recuerda la situación en Ciudad de México en los ochenta y noventa, justo cuando la Fundación MacArthur empezó a financiar proyectos sociales en México. En aquel entonces, la mayoría de los grupos estaba en la capital; muchos tenían vínculos con la academia o los movimientos progresistas de la iglesia. Tenían al frente a personas comprometidas, cercanas a las víctimas, con un conocimiento profundo sobre las violaciones a derechos humanos de un gobierno autoritario. Con aspiraciones grandes, dirigían oficinas pequeñas y, si tenían presupuestos, eran modestos. El financiamiento internacional era escaso y el nacional nulo. Hoy, estas organizaciones son maduras, estratégicas y eficaces, y cuentan con importantes redes a escala nacional e internacional. Sus equipos son más grandes y profesionales, y sus reputaciones más sólidas, aunque siguen enfrentando desafíos grandes. Quienes actualmente trabajan desde el ámbito local tienen condiciones parecidas: líderes dedicados, cercanos a las víctimas, dirigen pequeñas oficinas con pequeños equipos y pequeños –a veces inexistentes– presupuestos. Son los primeros en responder, por ejemplo, a las agresiones contra defensoras y defensores de derechos humanos y periodistas, a familias víctimas de desaparición o desplazamiento forzado, a mujeres en situación de violencia de género y discriminación, así como a migrantes. Sus voces se unen a las de las organizaciones nacionales y juntos hacen un movimiento nacional fuerte.

El compromiso de la Fundación MacArthur de construir, lanzar y acompañar a Acento por cinco años, como una institución totalmente independiente, organizada y liderada localmente, es un símbolo de nuestros años de trabajo por la justicia social en México. Es un honor haber contado con la visión estratégica del presidente, la directora y el consejo consultivo de Acento para hacer realidad este gran proyecto que hoy se presenta, y que culmina el trabajo de la oficina de la Fundación en México.

En 2014, la activista por los derechos humanos Ana Paula Hernández, quien luchó incansablemente por los movimientos comunitarios, escribió: “Diversificar los fondos y garantizar que los recursos lleguen a los activistas de primera línea, así como a las organizaciones más grandes, contribuye a una sociedad civil más fuerte y nos acerca al cambio social crítico que nuestras instituciones fueron creadas para apoyar”. Desde la Fundación MacArthur, les deseamos a Acento y su creciente red de aliadas y aliados toda la claridad necesaria para forjar su propio camino y unirse a quienes están trabajando para impulsar este cambio social tan importante.

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